Resulta imposible disociar la figura de Manuel Rodríguez Alba ‘El Brillantina’ (Chiclana de la Frontera, 1920 – La Línea de la Concepción, 1970) de la figura emblemática de Lola Flores, en cuya compañía militó durante los años dorados de ‘La Faraona’, como la inmortalizó Antonio Martínez Ares en una de sus canciones.
Su perfil artístico responde a una figura versátil, muy propia de la época, que congeniaba el cante, el baile y el humor: la leyenda refiere que el conocido número de ‘Chiquito de la Calzada’ con la mano en el cuadril fue inspirado por ‘El Brillantina’ cuando salía a escena dolorido por un cólico nefrítico que despertaba la hilaridad del respetable. Nano de Jerez también reproduce uno de sus números más conocidos, el de El Bombero.
Nacido en la calle Fierro de Chiclana, tuvo que vencer la oposición de sus padres a que se dedicara a la vida artística. Empezó, sin embargo, a participar en festivales y a frecuentar salas de fiestas o recintos en los que hacían furor su gracia y desparpajo. Así, con apenas 20 años, se presentó en el tablao Las Cuevas de Nemesio. También perteneció en distintas temporadas a los cuadros flamencos de Las Cuevas de Nerja, Los Canasteros y Torres Bermejas, emblemáticos tablaos de Madrid.
‘El Brillantina’, tras contraer matrimonio que dio como fruto a un hijo, se estableció en La Línea de la Concepción, en cuyo hospital municipal encontró la muerte a la temprana edad de 50 años como consecuencia de un accidente de tráfico tras salir de una de sus actuaciones en la sala de fiestas El Berrenchina.
Brillaba en el cante por fiestas y trabajó en los espectáculos de grandes artistas de la época como Manolo Caracol, Lola Flores, a quienes imitaba, Roque Montoya ‘Jarrito’, etc. A juicio de Lola, ‘El Brillantina’ estaba tocado por la gracia, un don como también tenía ‘El Beni’ y muchos otros artistas de su tiempo. El del artista chiclanero era genuino, personal e intransferible, y dejó huella en todos aquellos que le frecuentaron.
El 26 de junio de 1960, participó en la Plaza de Toros La Perseverancia de Algeciras junto a todo un elenco artístico, encabezado por Jarrito y Flores ‘El Gaditano’, completando el cartel Rafael ‘El Tuerto’, Chato Méndez, Dominguillo, Pepe ‘El Sevillano’, los hermanos Sánchez y su padre, Antonio Sánchez; ya saben… Paco de Lucía, en familia. Su peculiar manera de afrontar el arte flamenco le llevó por espacios legendarios malagueños de Torremolinos y Marbella como La Pagoda Gitana y Tablao Ana María, en Córdoba El Brillante y El Jaleo, y en el pueblo gaditano La Línea El Boquerón de Plata y El Platero.
También intervino en el reparto de varios proyectos cinematográficos, entre ellos, en 1967: Una Señora Estupenda, de Eugenio Martin, con su amiga Lola Flores, José Luis López Vázquez y Gracita Morales.
A pesar de fijar su residencia en La Línea, frecuentaba Chiclana de la Frontera, donde hasta su muerte siguió acudiendo regularmente para visitar a su madre, confraternizar con viejos amigos como Alonso Núñez ‘Rancapino’ o frecuentar la taberna de Santa Mónica.
Más allá de su legado musical, que no ha tenido excesiva trascendencia, dejó tras de si una clara actitud ante la vida y el flamenco como testigo y protagonista de una época irrepetible en la que el hambre daba más cornadas que el gallo que toreaba a media tarde en el patio de vecinos donde vivía en La Línea.