Cuando Paco de Lucía incluyó La Barrosa, en su emblemático Siroco (Universal, 1987), ya llevaba en su equipaje musical una larga etapa de aprendizaje a partir de las falsetas de Niño Ricardo o de su admiración por Sabicas, pero también su etapa nutricia con “Camarón de la Isla”, su digestión flamenca del jazz y el virtuosismo de su mágico sexteto.
En el Bulevar de la Música de Chiclana de la Frontera se pretende establecer un hito y saldar en parte la deuda con este músico, que dedicó a La Barrosa una de sus composiciones más emblemáticas. No será, sin embargo, el primer homenaje que se le tributa en este municipio al músico algecireño. Así, en febrero de 2021, el nombre Paco de Lucía pasó a presidir, en esta localidad, la galería central del IES Huerta del Rosario.
Se trata, Siroco, de un disco de madurez, con una irrefutable eminencia flamenca, pero en donde el gusto por la tradición se solapa con una voluntad de innovación igualmente genuina, sin más artificios que el de su prodigioso toque, escoltado en esta ocasión por Rubem Dantas, Juan Ramírez, José María Banderas, Ramón de Algeciras y Pepe de Lucía.
Para explicar por qué las alegrías de ese disco llevan el nombre de La Barrosa, rindiéndole tributo expreso a la extensa playa de Chiclana de la Frontera, hay que tener en cuenta varios extremos: en primer lugar, el gusto de Paco de Lucía por los topónimos a la hora de titular sus piezas, en su mayoría campogibraltareños, pero también de otros lugares. Así que no extraña que recurra a la playa chiclanera para identificar unas alegrías de Cádiz; se trata de un entorno que igualmente forma parte de su memoria sentimental, ya fuere a través de su relación con el isleño Camarón de la Isla o con quien fuera su esposa, Casilda Varela.
Sin embargo, también hay otro matiz; se trata de una playa, y son numerosas sus referencias playeras, incluyendo Punta Umbría (Huelva), o Playa del Carmen, en donde se oye una letra casi profética porque el guitarrista que naciera en Algeciras en 1947 iba a encontrar la muerte cerca de allí, en el Yucatán de México, en 2014:
Cuando me pongo a pensar
Que me tengo que morir
Yo tiro una manta al suelo
Y me pongo a dormir
Para Paco de Lucía, todas las playas del mundo fueron una sola: la de El Rinconcillo, en Algeciras, la de su infancia, la que iba buscando a lo largo de sus trotes por medio mundo. La playa era el territorio del afecto y el de la libertad. La de La Barrosa también lo fue, máxime si se tiene en cuenta que Chiclana de la Frontera forma parte de la geografía flamenca de la Bahía de Cádiz y es la patria chica de Alonso Núñez ‘Rancapino’, el amigo juvenil de Camarón.
La Barrosa la ejecutaba Paco en clave de Si mayor con la cejilla colocada en el segundo traste. A partir de su grabación, figuró en su repertorio habitual. Se trata, en palabras del mismísimo Eric Clapton y de Richard Chapman, de una composición “llena de delicadeza, sin esfuerzo, con frases en cascada”.
“Nunca había escuchado una guitarra así, ni siquiera en manos del mismísimo Paco De Lucía», según Félix Grande.